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La montaña matemáticas y los números aventureros.

Muy lejos de la Isla Español, entre nubes en forma de signos más y montañas hechas de problemas por resolver, se encontraba la increíble Montaña Matemáticas. Nadie vivía allí sin saber contar, sumar, dividir o resolver acertijos numéricos.

Los hermanos Operación.

En la ladera norte vivían los hermanos Operación:

  • Suma era amable, siempre unía cosas: manzanas, amigos, estrellas.
  • Resta era un poco travieso: le gustaba quitar cosas para ver cuánto quedaba.
  • Multiplicación era fuerte y veloz: duplicaba, triplicaba ¡y hacía todo enorme!
  • División era muy justo: repartía todo entre todos por igual.

Aunque a veces discutían (“¡Yo soy el más útil!”), sabían que trabajando en equipo resolvían cualquier problema.

Los números Primos.

En la cima vivían los sabios números Primos: el 2, el 3, el 5, el 7, el 11… Se sentaban en círculo, pensando en secretos matemáticos. Eran únicos, porque solo se podían dividir entre ellos mismos o el 1.

—¡Somos los solitarios del mundo numérico! —decía el 7 con orgullo.

Pero también eran muy respetados por su magia en las matemáticas.

El valle de las tablas de multiplicar.

En un valle encantado, las tablas de multiplicar saltaban de árbol en árbol. Cada número tenía su canción y su baile.

  • La tabla del 2 daba brincos de canguro: 2, 4, 6, 8…
  • La tabla del 5 bailaba merengue: 5, 10, 15, 20…
  • La tabla del 9 era tan rápida que parecía hacer magia con los dedos.

Los niños del valle practicaban cada día con juegos y desafíos para aprenderlas de memoria.

La hechicera Fracción.

En una cueva de cristales vivía la hechicera Fracción, una señora sabia que enseñaba cómo compartir las cosas en partes iguales.

—¿Quieres la mitad de una pizza? ¿Un cuarto de pastel? ¡Yo te lo explico!

Ella podía convertir números enteros en partes, y partes en números enteros. Sus mejores amigos eran los números decimales, que vivían justo al lado.

El reloj del número Cero. 

En el centro de la montaña estaba el reloj del número Cero, que controlaba el tiempo matemático. Pero nadie podía dividir por él, porque eso causaba un gran caos.

—¡Dividir por mí es peligroso! —advertía Cero con voz misteriosa.

Todos lo respetaban, aunque era chiquito.

El desafío del gran problema.

Un día, un dragón hecho de signos de interrogación apareció en la cima de la montaña. Lanzaba preguntas difíciles y confundía a los niños:

—¿Cuánto es 9 x 7? ¿Cómo se reparte 12 entre 3? ¿Cuál es el primer número primo?

Los Hermanos Operación se unieron.

Los Números Primos compartieron sus secretos.

Las Tablas de Multiplicar cantaron con fuerza.

La Hechicera Fracción dividió la estrategia en partes iguales.

Y juntos, resolvieron todos los acertijos. El dragón se convirtió en una nube de soluciones... ¡y se fue volando!

Desde entonces, cada año se celebra el Festival del número feliz, donde todos los habitantes de la Montaña Matemáticas juegan, aprenden y comparten el poder de los números.

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